Un recorrido por una de las provincias más grandes y turísticas de este país centroamericano.
Pura vida. Por cualquier cosa, después de cualquier frase, como saludo, para despedirse, los 'ticos' -así es como a los costarricenses les gusta que los llamen- pronuncian siempre esas dos palabras.
Pura vida es la expresión más famosa de sus habitantes y también podría ser la descripción de Costa Rica. Un destino pequeño pero emocionante.
En solo 51 mil kilómetros cuadrados -la misma superficie del departamento de Guaviare-, hay sobreabundancia de verde, hay montañas, volcanes, lagos y ríos por todas partes, decenas de parques nacionales y reservas forestales, un montón de lugares para que los más aventureros se pongan a prueba con toda clase de deportes extremos, atardeceres de no creer, playas ideales para desconectarse.
Costa Rica también es especial porque al recorrer cualquiera de sus provincias se hace evidente, muy pronto, que la sostenibilidad y el cuidado del medio ambiente son de verdad importantes. Que no son letra muerta, parte de un discurso político. Cerca del 30 por ciento del territorio del país -sí, leyó bien- está protegido. Y eso se agradece. Y se disfruta mucho. Y es bonito.
Guanacaste, la joya turística
Costa Rica es un país aliado de la naturaleza. Es muy pequeño, pero está lleno de parques nacionales y marinos, de reservas silvestres y forestales, de refugios y humedales intocables. Y alberga cerca del 5 por ciento de la biodiversidad del planeta.
La superficie de Costa Rica representa solo el 0,03 por ciento de toda la tierra, y entre frontera y frontera la atraviesan 500 kilómetros. Nada más. Lo que impresiona es que con esas cifras, que lo ponen casi siempre al final de la lista, sea uno de los países pioneros en ecoturismo y uno de los que más áreas protegidas tiene en el mundo. Son 64, y suman casi el 30 por ciento de su territorio. De eso viven muy orgullosos los 'ticos'. Se les nota. Se les sale por los poros.
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